Pájaros en la cabeza

Autor: Fogwill
Editorial: Sudamericana
Año de publicación: 1995
Número de páginas: 168
I.S.B.N:

Cercanos en su producción (1982-1984), los relatos que integran Pájaros de la cabeza parecen tan distantes entre si como el salón frívolo, femenino y amanerado de Una pálida historia de amor y el espacio viril, combatiente y patéticamente argentino de Los pichiciegos, dos novelas de ese mismo periodo. Quien ante los contrastes se pregunte : «¿qué pretende el autor de Pájaros en la cabeza?», hallara la respuesta en un dialogo de Sobre el arte de la novela. «Quiero escribir: vivir», dice ese narrador en primera persona que sorpresiva, pero no caprichosamente, sustituye al personaje central de una historia que refleja la historia de aquellos años. La formula «escribir = vivir» es un efecto de esa historia. ¿Cómo «vivir» cuando te han «embarcado en una guerra con británicos» como la que mira desde su chalet veraniego -en el invierno de 1982- el narrador de esa primera historia? ¿Cómo «vivir» cuando por tanto alimentar la pasión con el jueguito de la falta del objeto amado solo una muerte borgeana (dantesca), un cadáver, su autopsia y el decorado artificioso de la droga, permiten que se haga tolerable un vinculo con lo femenino, según se narra en la segunda historia? ¿Y que «vivir» cuando la producción post capitalista se reduce a un ritual de cuidado de los instrumentos de producción sin saber a que fin estaban destinados, según sucede en la tercera historia? Vivir nada; escribir todo seria la tesis que el libro, en conjunto, vendría a proponer si su escritura hubiese respondido a algún propósito. Pero, como en los serenos de esa planta industrial clausurada, que antes de jubilarse la ponen en marcha solo para jugar y para imaginar como había funcionado, Pájaros de la cabeza resiste cualquier idea de propósito y experimenta las viejas artes de narrar y pensar sin esperar de ellas mas que en estrépito de unas viejas poleas que se ponen en marcha después de mucho tiempo de clausura, oxidación y deterioro. Si tales propósitosvalen la pena, la lectura de Pájaros de la cabeza valdrá la pena.